lunes, 23 de enero de 2012

Ricardo Darín: cuando el cine sueña con acento argentino.

Ricardo Darín (1957).
En la siempre enigmática y artística Buenos Aires, nacía el 16 de enero de 1957 Ricardo Alberto Darín, el cuál, 55 años después, sería visto como uno de los mejores actores que ha dado el cine argentino.
Criado en una familia ligada al mundo del teatro, pronto el pequeño Ricardo iba a verse abocado al mundo del espectáculo junto a sus padres.
Su debut cinematográfico se produjo a la temprana edad de 12 años, en 1969. El film se titulaba La culpa (Kurt Land), y Darín interpretó al hijo de la pareja protagonista. Tan sólo 3 años después repetía experiencia en la gran pantalla con He nacido en la ribera de Catrano Catrani, un musical bastante malo pero que tuvo éxito comercial en una Argentina deprimida con la dictadura de Lanusse. Este pequeño éxito le catapultó a la televisión. Y como suele suceder con los actores latinoamericanos, fue en las telenovelas, donde interpretando a diversos galanes, empezó a labrarse un nombre en el mundo audiovisual.
En la década de los 80 iba a regresar a lo grande al mundo del teatro. Junto a otros jóvenes argentinos, formó un grupo que se denominó "Los galancitos" y trasladaron éxitos televisivos al teatro, cosechando una fama tremenda en todo el país.

Esto en cierto modo provocó que Darín se especializara en la comedia, sobre todo en series de televisión, aunque su primera película bien valorada por la crítica fue un drama: La Rosales, dirigida por David Lipszyc, en donde compartió escena con el legendario Héctor Alterio.
Sin embargo, no fue hasta 1993, cuando empezó a ser valorado como un actor de prestigio. En la película Perdido por perdido (un thriller de Alberto Lecchi), Ricardo Darín comenzó a perfilar su estilo natural, mundano, caracterizando a sus personajes con una cercanía que el espectador siempre agradece para empatizar con las historias. Fue el comienzo de un brindis al sol con el éxito cinematográfico.
Escena de El mismo amor, la misma lluvia.

En 1999, llegan los primeros premios importantes. Con El mismo amor, la misma lluvia, comedia romántica en la que hace pareja con Soledad Villamil, iba a ganar los premios a mejor actor del diario Clarín y del Cóndor de Plata, los más importantes del ambiente cinematográfico argentino. Ese mismo año, también ganaría el premio a mejor actor dramático por su papel en La mujer del presidente (serie de televisión).
Estos reconocimientos iban a llamar la atención de los directores más importantes del panorama argentino, que querrían contar con él, y además, el gran Juan José Campanella, tras el éxito de El mismo amor, la misma lluvia, iba a convertir a Darín en su actor fetiche por excelencia.
Y con el inicio del siglo XXI llegaría el reconocimiento internacional. Nueve reinas, sensacional thriller dirigido y escrito por Fabián Bielinsky, y por supuesto, El hijo de la novia, del ya nombrado Campanella, iban a catapultar al estrellato a Ricardo Darín, protagonista principal de ambos films. En Argentina recibió los premios Cóndor de plata y Clarín al mejor actor por ambas películas, y además, El hijo de la novia recibió la nominación al Óscar como mejor película de habla no inglesa (premio que al final recayó en la también muy buena película bosnia En tierra de nadie de Danis Tanovic).
Desde ese momento, sus personajes cautivaron a un público que demandaba a Darín, y no sólo a él, también a su estilo. Esa naturalidad, tan bien caracterizada, puso de moda internacionalmente al cine argentino, tanto por sus comedias, como por sus dramas o thrillers.
Eduardo Blanco y Ricardo Darín junto a Mercedes Morán en una escena de Luna de avellaneda.

Precisamente, en el mundo de la comedia, Darín iba a formar un dúo majestuoso con el carismático Eduardo Blanco, que ya forma parte de la historia del cine. A El hijo de la novia y a El mismo amor, la misma lluvia, se iba a sumar Luna de avellaneda, comedia nostálgica con tintes dramáticos en donde Campanella dio total libertad al dúo, convirtiendo la obra en 140 minutos de profundo interés, entretenimiento y espontaneidad.
Todo esto nos conduce a la actualidad, donde Ricardo Darín es probablemente el actor argentino más reclamado. Y a los éxitos ya mencionados hay que añadir otros como Kamchatka (2002, Marcelo Piñeiro), El aura (2005, Fabián Bielinsky), XXY (2007, Lucía Puenzo), o los más recientes y geniales El secreto de sus ojos (2009, Juan José Campanella) y Un cuento chino (2011, Sebastián Borensztein). A todas estas películas (con las que ganó más premios, en especial con El Aura y con El secreto de sus ojos), Darín les da su inconfundible sello personal.

No hay comentarios: