martes, 13 de marzo de 2012

In Time (2011) - Andrew Niccol

La inspiración de alguien agotó su tiempo en mitad de la película.
Justin Timberlake junto al hombre que le inspira la idea de destrozar la película




Desde elproyectordeconciencias requerimos la ayuda de un experto en cine para que nos explique el extraño (pero común) fenómeno que sucede en películas como In Time. Me refiero a cómo la suma de elementos positivos: gente con experiencia, un pasado brillante, buenas ideas, declaración de intenciones, y no nos dejemos en el teclado un gran presupuesto; da como resultado una película mediocre.

Desgranemos esto antes de empezar con el análisis.
Protagonizado por Justin Timberlake y Amanda Seyfried el verdadero cabeza de cartel de In Time es Andrew Niccol y en el reparto detrás de las cámaras le acompañan nombres como Roger Deakis, Alex McDowell o Craig Armstrong.
Y después de leer el párrafo anterior sé que la mayoría de nuestros lectores se estarán preguntando: "¿Quién es Justin Timberlake?". No os preocupéis, ahora vamos a ver quién es toda esta gente.

Andrew Niccol parecía una apuesta segura para el cine de calidad de cara al futuro, director y guionista, ha escrito obras tan geniales como El Show de Truman o La Terminal que acabaron dirigiendo otras personas,  y pocas pero estupendas en las que él se ha encargado de ambas cosas: El Señor de la Guerra o Gattaca así como en el caso de In Time, para la que se ha acompañado de tres personalidades de peso en la industria:
Roger Deakis, director de fotografía inglés, ocho veces nominado a los Oscars y que se ha encargado de la creación artística en la mayoría de la filmografía de los hermanos Coen (y casi otro medio centenar más entre las que están WALL-E o 1984). Alex McDowell que ya se había encargado anteriormente del diseño de producción de una obra escrita por Niccol, La Terminal, y que aparte en esta misma función tiene méritos como Watchmen, La novia cadáver o Minority Report. Y el compositor escocés Craig Armstrong con una larga experiencia en bandas sonoras. Suyas son genialidades como Ray o Moulin Rouge además de participar con Ilan Eshkeri en Layer Cake, aunque solo fuera con un tema.
La pareja protagonista delante de las cámaras tampoco es nueva en esto del cine. Justin Timberlake lleva más de una década compaginando su carrera de actor con la de cantante, dos cosas que por lo que se ve aprendió a hacer en el Club Disney (si, en serio), y Amanda Seyfried, que pese a que hasta ahora parece elegir los papeles en los que actúa haciendo rodar un lápiz sobre una mesa, tiene unas cuantas nominaciones como actriz a premios adolescentes.
A toda esta gente se ha dado la posibilidad de trabajar juntos en una historia de ciencia ficción muy interesante y hasta con cierta carga moral. En una sociedad futura se consigue frenar el envejecimiento mediante la alteración genética (no es un argumento tan descabellado como parece) concediendo prácticamente la inmortalidad a la especie humana y obligando al control de la sobrepoblación usando el tiempo de vida como moneda de cambio. Y como siempre, también aquí hay ricos y pobres.

Entonces, viendo la suma de todo lo anterior, ¿Cómo ha podido salir mal? Pues como no hemos encontrado a ningún experto en ecuaciones fílmicas, vamos a intentar hacer nosotros el análisis.
Si bien es verdad, que In Time, deja mucho que desear y acaba conviertiéndose en una mamarrachada hollywoodiense, aunque a lo mejor parte de la culpa la tienen las expectativas creadas en la primera parte de la película, en la que se muestran los efectos del cambio de moneda en la nueva sociedad, una sociedad en la que literalmente nadie tiene tiempo para nadie y en el que hay un día a día de lucha para conseguir el tiempo necesario para uno mismo, ya que todos nacen con una cuenta atrás implantada desde el nacimiento que se muestra con una especie de reloj digital bajo la piel, mortal en el caso de llegar a cero. Una introducción al mundo de In Time con una atmósfera opresiva, oscura, en la que se muestran a unos habitantes eternamente jóvenes, que recuerdan a Gattaca, la mayoría de ellos parece llevar la modificación genética en su cuerpo más allá del envejecimiento, guapos, altos, cuidados... Pero oprimidos por el paso del tiempo en una cuenta atrás inolvidable. Llena de detalles e ideas sobre el tiempo-dinero que ha hecho cambiar la sociedad y que te hacen entrar en la historia: negocios, rótulos, frases hechas, comportamientos... Y es en esta parte de la historia donde se presenta el principal punto de la obra, el reparto del tiempo, "Para que unos pocos vivan, muchos deben morir". Mantener un número aceptable de población cuando hay gente con el tiempo suficiente como para alcanzar milenios, hace que otros deban ocupar la balanza en el lado de los muertos y poder seguir manteniendo este equilibrio.
Un día, un ciudadano rico (en tiempo) cansado de vivir se cruza con Will Salas, el obrero de una factoría interpretado por Timberlake, al que cede su fortuna sembrando una peligrosa idea de cómo acabar con el sistema y destrozar la película al mismo tiempo.

En el futuro la gente guarda sus ahorros en bancos de
cristal con las cajas fuertes abiertas. Seguramente los
guardias de seguridad vayan armados con barras de fuet.
A partir de aquí, aunque se desplaza la acción de los suburbios a la zona rica, la ambientación totalmente opuesta sigue siendo igual de buena, lo que falla es todo lo demás. De pronto el trabajador de una fábrica se convierte en un héroe experto en el uso de armas y la historia pasa a ser guiada por una serie de increíbles casualidades que lo llevan a situaciones extremas, persecuciones, ligarse a la hija de uno de los grandes magnates, tiroteos y despropósitos argumentales que acaban desperdiciando toda la potencia que había conseguido la película hasta ahora. La mayoría de los personajes son de una personalidad totalmente plana y estereotipada impidiendo que consigan algún tipo de relevancia o interés en el transcurso de la película y los diálogos entre ellos empiezan a reblandecerse en una mezcla de frases hechas y referencias al tiempo y todo, en definitiva, consiste en aguantar el "espectáculo" una hora más.
No dudo de que esto puede ayudar al resultado en taquilla, pero si eso es lo que querían podían haber contratado a Michael Bay o a Rob Cohen.

El precio de querer adaptar una buena historia para todos los públicos en edades y gustos, ha hecho que, al contrario que Gattaca, que sigue siendo considerada una película casi de culto 15 años después de su estreno, a In Time le quede poco tiempo.

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