sábado, 16 de marzo de 2013

Lars y una chica de verdad (2007) - Craig Gillespie


La perfecta locura

Lars and the real girl,  es una película con sabor a las de antes. Sencilla, bien dirigida, muy bien interpretada y respirando buen cine por los cuatro costados.

La historia es muy original y describe de forma magnífica la evolución de la enfermedad mental que padece Lars (Ryan Gosling). Los diálogos, las situaciones y sobre todo, lo magnífico del personaje protagonista, hacen de esta película una de las comedias más importantes de la primera parte del siglo XXI.

Una comedia dramática romántica y desde luego que algo más. Llena de encanto, con un guión mucho más que original, una selección de actores y actrices bien escogidos y una banda sonora graciosamente dulce. Trata el tema con una seriedad y un toque de humor negro perfectos, sin caer en chistes desagradables y típicos sobre el tema. Todo un pueblo acude a la cura de un delirio, calibrando siempre entre lo bueno y lo malo, sin aprovecharse de esas oportunidades que les ofrece Lars. Un contraste entre la simpatía y la seriedad. Un agradable tratado de una enfermedad psiquiátrica por desgracia cada vez más común en este mundo cada día más tecnológico y menos humano: el trastorno esquizoide de personalidad.

Fotograma de la película.

Las personas con personalidad esquizoide son descritos como distantes, fríos e indiferentes, lo que les causa problemas sociales, pudiendo sufrir acoso en los diversos planos de su existencia, escolar, laboral, familiar, y en general, una devolución social de su indiferencia. La mayor parte de estos individuos tienen dificultades estableciendo relaciones personales (como cualquiera puede notar en Lars) o expresando sus sentimientos de una manera significativa, y pueden permanecer pasivos en situaciones desfavorables. Debido a la falta de comunicación con otras personas o como el aislamiento continuo de Lars, aquellos diagnosticados con trastorno esquizoide pueden no tener un reflejo claro de ellos mismos y saber qué tal se llevan con otros. Su mundo interior les resulta suficiente y real, y sus ideas las consideran de valor objetivo, siendo capaces de llevar direcciones opuestas a las de la normalidad grupal de su entorno y de desafiarlas, pese a la insistencia de los demás. Las personas con trastorno esquizoide de la personalidad son a menudo sexualmente apáticos, aunque normalmente no sufren de anorgasmia. Muchos esquizoides tienen necesidades sexuales normales y prefieren masturbarse en lugar de tener que enfrentarse a los aspectos sociales de encontrar una pareja sexual. Por tanto, sus necesidades sexuales pueden parecer menores que en el caso de los no esquizoides, ya que el esquizoide prefiere permanecer solo.

El film nos demuestra que si en las grandes urbes sustituyéramos el egoismo por la solidaridad habría menos enfermos en los manicomios y en las consultas médicas. El personaje de Lars encarna a la perfección el típico sujeto que por un trauma cualquiera no ha conseguido asimilar el rito de paso necesario capaz de dejar atrás lo nocivo de ese trauma. 

 
Cartel oficial de la obra cinematográfica.
Lars no necesita pastillas, ni un loquero, sino el respeto y el reconocimiento de un pueblo que, en lugar de darle la espalda, se inmiscuye al cien por cien en su pequeño trance de confusión. Es el reconocimiento de ese bloqueo emocional como algo normal por parte de los demás lo que a la postre impide que el protagonista se convierta en un adicto a los fármacos. Claro que, en toda esta terapia puesta en liza por el director, Lars no podría nunca alcanzar ese estatus de normalidad y por tanto ese tránsito hacia la autocuración si la acción no transcurriese en un pueblo. La pequeña comunidad en la que el protagonista vive, come, respira, trabaja, se emociona o se enamora, es crucial a la hora de ayudarle. Pues en una gran ciudad la escala de valores vela por la individualidad, con lo que la cura se vuelve más compleja.

Lars y una chica de verdad, acaba convirtiéndose en una gran película gracias a un guión perfecto (mucho mejor y más adulto que el de Juno, que injustamente le quitó el Oscar), llevando al espectador totalmente a su terreno, y dejando al final una sensación muy agradable. De esas películas que cuando acabas te das cuenta que tienes una sonrisa dibujada en la boca, por lo bien que se ha hecho todo, y lo sencillo que fue. Imprescindible su visionado.

1 comentario:

alberto dijo...

Muy acertada la crítica sobre "Lars...", Antonio. Se nota que esta película bebe de Olea y Berlanga, que fueron los primeros en introducir una muñeca hinchable en el cine.
Por si te interesa, aquí tienes un artículo del blog de filmin sobre el tema: http://www.filmin.es/blog/10-munecas-hinchables-de-cine

Un fuerte abrazo,

Alberto